Muchos padres no se imaginan teniendo un hijo gay o una hija lesbiana, pero cuando sus hijos se lo confianza, comienza todo un proceso de aceptación. Esta carta fue escrita por Héctor Méndez, un padre de 52 años que comprendió que lo más importante es la felicidad de su hija:
“Mi hija me pregunto qué significa para mi ser el padre de una hija lesbiana, escuche a mi corazón y a mi mente y le respondí: ninguno… intentó hacer el ejercicio rebuscado de encontrar algo y la respuesta sigue siendo la misma, ninguno…. Ningún significado diferente al que puedo tener con respecto a mis hijas heterosexuales.
Pero esto no siempre fue así, ya que hace 10 años (lo recuerdo porque fue el día de mi segunda boda), en un momento de conversación con mi hija, me comentó muy nerviosa sobre su homosexualidad. Tal vez fue un buen momento para decírmelo, aprovechando mí entusiasmo por ser novio y la solemnidad de la ocasión. En ese momento, el resultado fue un fuerte abrazo y palabras de respaldo y apoyo.
Después comencé a procesar lo que me había dicho y comienzo a conectar con mis “temores” y mi escaso conocimiento sobre el mundo homosexual, aproximación que hice gracias a la ignorancia y a los prejuicios que guardaba desde que era niño, y que fueron formateando mi forma de pensar.
Mis temores y aprehensiones eran: ¿Qué dirá la familia?, ¿mis amigos?, ¿en mi trabajo?, ¿será un defecto genético?, ¿seré homosexual y no lo sé? Siempre me considere muy machito… ¿Seré abuelo o solo tendré mascotas por nietos? También tuve varios temores con respecto a la vida de mi hija.
Pero una vez que deje el desconocimiento, el egoísmo y los temores a un lado, puede avanzar a una etapa de mirar hacia enfrente, de aceptar que solo soy el papá y no el dueño de la vida de mis hijas, que ellas tienen la capacidad de escoger sus vidas, que la mejor forma de ayudar a mis hijas es con una base fuerte de amor.
Gracias a esta experiencia aprendí que las palabras no significan nada si no son acompañadas de hechos. Cuando mi hija salió del armario le di palabras y no hechos. Pero cuando supere mis miedos, mis comportamientos fueron reales y honestos. Me siento muy orgulloso de ella.
Te amo hija, eres excepcional.
Papá”.