No es común ver a personas de la tercera edad que tengan que continuar trabajando, sin embargo al igual que varios de ellos, Elena Gálvez sigue moviéndose por la necesidad. Esta anciana chilena de 90 años, habita en un área pobre y a diario se sube a su bicicleta con su canasta de huevos para venderlos entre sus vecinos. Es la única manera que conoce para subsistir pero con todo y sus limitados recursos, ella asegura que vive feliz.
Elena habita en una pequeña casita de la zona de Rengo, donde no tiene muchas comodidades. Allí, su única compañía son los animales que tiene pues hace años que perdió el contacto con su familia.
De su único hijo recibe muy pocas visitas y aunque tiene tres hermanas que todavía viven en Santiago, comunicarse con ellas es casi imposible.
Si no fuera por la pensión insuficiente que le tocó, (65,000 pesos chilenos), probablemente Elena no tendría que molestarse en seguir trabajando. Pero a ella no le importa recorrer 30 kilómetros al día para ofrecer todo lo que sus gallinas ponen y en las redes sociales, se ha convertido en sinónimo de esfuerzo y optimismo ante la adversidad.
Y así continuará ella, según dice, ya que no cree que sus hermanas la echen de su hogar ni que haya nada que le impida seguir trabajando.
Entre los animales que tiene se pueden contar treinta gallinas, algunas vacas, cuatro patos y dos gansos a los que siempre se pone a cantar cuando les da de comer. Dice que la hacen feliz, porque la fidelidad de sus animales es más valiosa que la de cualquier ser humano.
De lo único que admite que tiene miedo es de morir sola, sin que su propia familia se pueda dar cuenta de cuando ha dejado de respirar.