Esta es una historia que ha estado dando vueltas por Internet y asombrado a cientos de personas.
El ingenio de su protagonista y su amor por la naturaleza, son realmente invaluables. Este hombre habita en Redondo Beach, California, y cuenta que es un estudioso y amante de los árboles, a los que considera los seres más majestuosos del planeta.
Fue por eso que disfrutó mucho cuidando de Clyde, su árbol especiero de 30 años, al que había procurado con los mejores cuidados. Con sus propias manos había drenado el suelo de sus raíces y mientras era un retoño, también le había construido un soporte de madera para que pudiera crecer derecho, hasta convertirse en un majestuoso ejemplar.
Pronto, Clyde se expandió tanto que sus raíces habían empezado a penetrar en el pavimento, por lo que el Ayuntamiento decidió talarlo.
Además, su propietario fue obligado a pagar una multa para cubrir los gastos de la tala y los daños en la acera. Steve Aspel, alcalde de la ciudad, le mostró personalmente la factura. Pero no se imaginaba la revancha que él tenía en mente.
En secreto, plantó 82 secuoyas gigantes y 45 secuoyas rojas en diferentes puntos de la urbe. Eso fue hace dos años y hoy, los mismos por fin han comenzado a brotar de la tierra, listos para crecer de manera acelerada durante los siguientes meses. Se caracterizan por vivir más de 2,000 años y crecer hasta 90 metros, ¡quitar cualquiera de ellos supondría un gasto de $1,500 dólares!
“Que tenga un buen día, señor y que su ciudad sea conquistada por los árboles. Descanse en paz, Clyde”, fue la frase con la que el protagonista de esta anécdota se despidió del gobernador en su mensaje para las redes sociales.
Sin duda este hombre va a pensarlo dos veces, antes de meterse con la naturaleza de nuevo.