A tan solo una semana de su ascensión a la Oficina Oval, las cosas se le han empezado a salir de control a Donald Trump. Y es que una cosa es prometer lo extremo cuando estás en plena candidatura y otra muy distinta, toparte con la realidad de un país instaurado en la democracia. Al menos esa ha sido la muy acertada opinión de Robert Kuttner, cofundador de “The American Prospect”, que ha hablado del poder del impeachment para frenar las medidas dictatoriales del nuevo presidente.
Ya propuso volver a instaurar la tortura, echar abajo el programa ObamaCare y subir los impuestos de las exportaciones mexicanas, entre otras “políticas” por impulso, que incluyen el veto a extranjeros de determinados países y la prohibición del aborto.
Pero ni siquiera los republicanos están dispuestos a dejar que vaya demasiado lejos. Especialmente porque Trump nunca ha sido uno de ellos.
La contradicción en sus últimas acciones por el bien del país es notoria; desde su propuesta de establecer relaciones con Putin, en una alianza comercial que le beneficiaría más a él que a los mismos Estados Unidos, o dejar fuera del veto territorial a naciones como Arabia Saudita y Egipto, de los que irónicamente han salido más terroristas que de los países de donde proceden muchos refugiados, pero por supuesto, son intocables debido a los intereses financieros que Trump mantiene en ellos.
Iniciativas como la de la organización Free Speech for People, que ya ha recabado más de 400,000 firmas para destituir al magnate y los propios tribunales estadounidenses, que le han obligado a suavizar muchas de sus medidas, han dejado en claro que no le será tan fácil cumplir con sus planes para el país.
Para Kuttner, la pregunta ya no es si Trump va a ser removido del poder, sino cuando.