Brasil es uno de los países más fascinantes de Sudamérica, no solo por el festivo estilo de vida de sus habitantes y su fútbol, sino también por las muchas maravillas naturales que esconde.
En esta nación encontramos la misteriosa “isla prohibida” o como se le conoce en su idioma nativo “Ilha da Queimada Grande”. Con una extensión de 430,000 metros cuadrados, no muchas personas se atreven a dar un recorrido por ella.
Esto se debe a su altísima población de serpientes, lo cual le ha acarreado también el sobrenombre de “Isla de las Cobras”, pues cabe mencionar que es la única especie que habita aquí y su densidad es de una por cada kilómetro cuadrado.
Las cobras desafortunadamente se encuentran en peligro de extinción, lo que ha llevado a que este islote sea también un área protegida, a pesar de la peligrosidad de estos animales que son de los más venenosos en el mundo. Sin embargo, las víboras también tienen que lidiar con el riesgo de la endogamia al vivir en un sitio tan restringido.
En la Isla Prohibida, la vegetación se ha extendido de tal manera que también sería difícil andar en las afueras. El césped puede llegar hasta la cintura de una persona, lo que también le ha proporcionado un escondrijo perfecto a las cobras.
Actualmente, ningún civil puede ingresar a este lugar. Los únicos permisos que se han concedido para ingresar han sido a investigadores y científicos, que viajan hasta esta reserva de interés ecológico con la intención de hacer trabajo de campo.
Tampoco hay aquí más construcciones que un antiguo faro, que actualmente es delegado por la Marina Nacional de Brasil.
La única forma segura y posible de apreciar la belleza de esta isla, es por supuesto, desde lo lejos o a través de numerosas fotografías.