Libia es conocida por albergar paisajes desérticos muy hermosos, pero a la vez demasiado extremos. Uno de los más célebres es el famoso Mar de Arena de Ubari, dominado completamente por las arenas y lleno de diminutos oasis que, contrario a lo que sabemos de ellos, realmente no suponen ningún alivio para los viajeros que llegan hasta ellos.
Este mar se encuentra en la región de Feezan, que comprende buena parte del desierto del Sahara. La más caliente de todas, por cierto.
Antiguamente, Feezan estuvo ocupado por un lago de proporciones enormes, al que se le conoció como el Lago Megafezzan.
Eso fue hace unos 200,000 años, cuando la geografía era muy distinta y el sitio recibía lluvias cuantiosas, que derivaban en numerosos ríos.
Los últimos registros que de ellos se tienen, datan de 3,000 años atrás y fueron hechos por los primeros pobladores del lugar.
Se trata de pinturas ancestrales, en las que se retratan animales acuáticos como hipopótamos y cocodrilos.
Hoy día sin embargo, no hay nada de esto en el Mar de Arena. Con el efecto del calentamiento global y la erosión de estas tierras, el agua se evaporó casi en su totalidad, dejando tan solo unas cuantas lagunas esparcidas en los más de 100,000 kilómetros cuadrados que abarca este paisaje.
En ellas, las aguas tienen una tonalidad rojiza a causa de los altos niveles de carbonatos y sal con los que están contaminadas. Son tóxicas y lo único que albergan en el interior son unas cuantas algas, que siguen oponiendo resistencia a su contenido.
El líquido de estos diminutos oasis es de hecho muy similar al del Mar Muerto.
Con todo y eso, el Mar de Arena sigue guardando cierta belleza gracias a las juncáceas y las palmeras que han conseguido florecer en los alrededores de cada laguna.