Uno de los mayores atractivos naturales del estado de Texas, se encuentra al oeste de Austin, en el trayecto de la carretera 71.
Es allí donde se halla Hamilton Pool, una hermosa piscina creada por la erosión de las rocas bajo la cúpula de un río subterráneo, que a lo largo de miles de años, formó este precioso enclave.
Estalactitas de piedra caliza, helechos y algunas cascadas pequeñas, conforman esta alberca de la naturaleza que año con año, atrae a cientos de turistas.
Con una profundidad de 15 metros y extensión de un kilómetro, la reserva de aguas es impresionante. Todas se caracterizan por tener un brillante color verde jade, que de vez en cuando es controlado por las autoridades, debido a que no es posible introducir químicos para asegurar su pureza. Es por todo que no siempre se puede nadar en el interior.
Su valor como patrimonio turístico se remonta al siglo XIX, cuando los indios Apaches y Tonkawa habitaban en los alrededores.
En el año 1860, la propiedad le fue vendida a Morgan C. Hamilton, al cual debe su nombre. Veinte años después, los Reimer, una familia de inmigrantes alemanes, adquirió el terreno para criar vacas y ovejas.
Si bien la gruta era un riesgo para los animales, los Reimer pronto se dieron cuenta de que podían transformar este espacio en un sitio de recreación para vacacionistas.
Para 1985, el Condado de Travis había comprado el territorio con la piscina natural y puso énfasis en recuperar la fauna local que había sido arrasada por el ganado. El proyecto tuvo éxito, ya que hoy, es uno de los lugares más populares para nadar y hacer picnics.
Aunque merenderos e inodoros en las cercanías, la pesca y los campamentos están prohibidos.
Si algún día viajas a Austin, podrás acceder a la zona por 10 dólares.