En el Mar del Norte, dentro de las aguas pertenecientes al territorio alemán de Schleswig-Holstein, se levanta una isla pequeña de tan solo dos kilómetros de longitud que, a pesar de su tamaño, cuenta con un pasado histórico impresionante: Heligoland.
Dicha delta se encuentra habitada por apenas un aproximado de 1500 habitantes, albergando un encantador pueblito con su propio helipuerto, puerto y una clínica.
Aunque la vida es muy apacible en este lugar, hubo un tiempo en el que fue un punto crítico en medio de la confrontación más cruel que ha sufrido la humanidad, la Segunda Guerra Mundial.
Todo comenzó cuando el ejército alemán asentó justo aquí una de sus bases militares. Durante el conflicto, Reino Unido lanzó aquí la primera bomba por parte de los aliados, arrasando con las tropas germanas presentes.
Se dice que la verdadera intención de la potencia británica, habría sido borrar a Heligoland por completo de la faz de la tierra.
Los numerosos cráteres que desde entonces se distinguen en su suelo, dan fe de lo cruenta que fue la batalla por aquel entonces. Hasta principios de los años cincuenta, la isla continuó siendo utilizada con fines militares.
Hoy, se ha convertido en un punto turístico muy importante para Alemania, siendo esta su actividad económica principal.
Numerosos cruceros y aviones suelen pasar por los alrededores, aunque lo más común es que los turistas se trasladen en ferris. Lo que más impresiona es el nivel de sustentabilidad que hay en el poblado.
Toda la gente obtiene su energía a partir de recursos renovables, además de disponer de una planta desalinizadora para usar el agua del mar que les rodea.
La contaminación está lejos de ser un problema, pues no hay vehículos salvo por los que usan las autoridades sanitarias y de seguridad. En cambio se puede nadar, bucear o pasear en tren.