Existe en el mar Adriático, tres islas que conforman lo que se conoce como “Triángulo Volcánico Adriático”. Estas son Palagruza, de origen semivolcánico, Brusnik y Jabuka, que son completamente volcánicas. Esta última en especial, se ha ganado cierta fama alrededor del mundo, por sus efectos en los barcos que muy rara vez, llegan a navegar por los alrededores.
Con 97 metros de altura y a más de 50 kilómetros de la isla de Vis, esta isla se levanta orgullosa en el océano, como consecuencia de la colisión de Pangea, hace millones de años. Una fuerte explosión de magma fue lo que la originó, junto con sus compañeras.
En Jabuka abunda un material conocido como magnetita, óxido natural de hierro que hace que las brújulas de los navíos circundantes se vuelvan locas, (de ahí su curioso apodo). Son pocos los que realmente la contemplan como destino, debido a lo difícil que es llegar hasta ella. No solo por la orientación, sino también porque no hay ninguna saliente para atar las lanchas o barcos. Las rocas del sitio son lisas por completo.
Además, los vientos que soplan alrededor de Jabuka son demasiado fuertes, haciendo probable un hundimiento o colisión en pleno mar abierto. Las aguas que la rodean llegan a alcanzar 200 metros de profundidad, por lo que son inapropiadas para el anclaje.
Aun así, varios pescadores se han atrevido a acercarse por las especies de flora y fauna que abundan aquí.
Sin ir más lejos, Jabuka es el hogar de un par de especies endémicas: la rara planta knapweed (Centaurea jabukensis o Centaurea crithmifolia), y un lagarto de piel oscura (Lacerta fiumana pomoensis).
En 1958 se declaró a la isla como Patrimonio Geológico de la Naturaleza y no han sido demasiados los turistas que se han atrevido a llegar hasta aquí.