La mitología de los mexicas se encuentra repleta de simbolismos que tienen que ver sobretodo, con la naturaleza. No es de extrañar que por tal razón, el árbol sea una figura recurrente dentro de diversos mitos y tradiciones que se mantienen de esta cultura antigua. Para ellos, el árbol era algo sagrado y cósmico, y una auténtica representación de fortaleza.
En el mito de Los Trece Cielos, los aztecas nos hablan de un universo conformado por diversos planos, entre los que se encuentren el quinto Sol, trece cielos, nueve inframundos y un espacio terrenal donde los árboles son importantes conductores.
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En el grabado que se guarda de dicha representación, llama la atención ver como los mexicas usaban un árbol para señalar cada punto cardinal, todos ellos acompañados de un color. Estos, según sus creencias, guardaban una fuerza a la que se conocía como “eco del cosmos”, el cual se hacía presente en el mundo viajando a través de sus troncos.
En otros grabados, los árboles eran retratados con criaturas fantásticas posadas en sus ramas, ya fueran aves de tierra o de agua, o monstruos acuáticos del inframundo.
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Pero además de esto, se hablaba en su cultura de una conexión intrínseca con el universo, predicando el ciclo de la vida y la era del Sol en el árbol que es eterno.
Hoy en día, muchos de los más antiguos árboles que existen en México han sido testigos de la historia de nuestro país a lo largo de miles de años; algunos datan de la época prehispánica, por lo que puede decirse que era muy cierto lo que los aztecas decían acerca la fuerza de estas maravillas de la naturaleza: no importan los cambios ni los embates del tiempo, porque ellos son capaces de soportarlo todo aferrándose a su lugar en la tierra.