como ha tenido que lidiar con el racismo y los comentarios de la gente, también le han dado al mundo un precioso ejemplo de aceptación y amor incondicional.
Todo comenzó cuando decidieron formar una familia, adoptando a dos bebés.
Como estaban conscientes de que los niños afroamericanos cuentan con menos probabilidades de ser elegidos para la adopción, abrieron su corazón y le dieron un hogar a un niño y una de dicha raza.
A su alrededor recibieron muchas reacciones de escándalo, pues en donde viven, hay personas que siguen siendo muy prejuiciosas.
En ocasiones se topan con gente blanca que los observa con asco, o incluso afroamericanos que ven con malos ojos que dos padres caucásicos, quieran tener niños de piel oscura.
Sin embargo, ellos fueron los más felices desde el principio con sus hijos.
Tan así que tiempo después, decidieron cumplir su sueño de concebir implantando en el útero de Rachel, dos embriones afroamericanos que llevaban almacenados 15 años en un contenedor congelado. Se suponía que tuvieran gemelos, pero el médico les reveló algo sorprendente. Un embrión se había dividido, de modo que estaban esperando trillizas.
Así se convirtieron por segunda vez, en los padres de Riley, Ann Waverly y Whitley, tres preciosas bebés de cabello rizado y piel morena, que desde el primer momento fueron su adoración.
“Cuando veo a mi familia, me atrevo a decir que nuestra foto familiar es como un pedacito de cielo”, confesó Aaron para The Washington Post, tras contar su maravillosa historia.
Su testimonio es el ejemplo perfecto de que en una familia de verdad no importa el color o la semejanza física, sino los lazos de amor que existan entre todos sus miembros. Ojalá todos lo comprendieran.