Cuando al pequeño Nollan Scully, de solo cuatro años de edad, le diagnosticaron un agresivo tipo de cáncer llamado Rabdomiosarcoma, el mundo de sus padres se derrumbó.
A lo largo de 18 meses, el niño se aferró a la vida con todas sus fuerzas, a pesar de que su enfermedad lo deterioraba rápida y progresivamente. Así, llegó un momento en el cual los doctores recomendaron a su familia que se limitaran a hacer felices sus últimos momentos.
Y ellos aceptaron. Ruth Scully, la madre de Nolan, se sentó junto a él en su cama del hospital y le pidió que dejara de luchar.
“Mi trabajo es mantenerte a salvo y la única manera en la que puedo hacerlo ahora, es en el cielo”, le dijo después de que el pequeño le dijera que seguiría peleando por ella. Pero a Nolan le dolía respirar y sus pulmones estaban cada vez más débiles.
Pasó a dormir casi todo el tiempo. Sus padres llenaron su cama con sus muñecos y a ponerle sus programas de televisión favoritos. Cuando se acercaba la hora final del niño, quisieron llevarlo a casa, pero él les pidió que se quedaran allí. Quería hacerles las cosas más fáciles.
A las nueve de la noche, Ruth lo dejó un minuto para ir al baño. Nunca se despegaba de él. Cuando salió, el personal médico rodeaba la cama de su hijo. Uno de sus pulmones había sufrido un colapso y sus niveles de oxígeno disminuían. Nolan había caído en un profundo sueño.
De repente, abrió los ojos y antes de morir, le susurró tres palabras a Ruth: “Te amo, mami”.
No volvió a despertar.
Esta historia ha conmovido a miles de internautas hasta las lágrimas. Solo una madre puede entender lo que es amar a un pequeño ángel y dejarlo ir.