El nacimiento de un hijo siempre es un evento dichoso, pero a veces, también puede traer consigo el descubrimiento de detalles no muy agradables. Especialmente si los padres tuvieron problemas muy peculiares en su relación. Fue el caso del matrimonio protagonista de esta historia, que seguramente te parecerá hilarante.
Un hombre se encontraba en la clínica para madres, esperando a que su esposa terminara de dar a luz. Como era tradición, había querido estar presente en el momento del parto para recibir a su primogénito en brazos.
Sin embargo, su rostro de emoción pasó a ser de incredulidad al mirar al bebé con atención. Furioso, se dirigió al ginecólogo que había atendido a su mujer.
—Doctor, ¡estoy muy enojado!
—¿Cuál es el problema? El bebé ha nacido perfectamente bien —dijo el galeno desconcertado.
—¡Claro que ha nacido bien! Pero es que este niño no puede ser hijo mío, ¡tiene el cabello pelirrojo! —gritó el hombre, sospechando de una infidelidad por parte de la mencionada.
—Tranquilícese —le dijo el médico—, aunque tanto usted como su esposa tengan el cabello oscuro, puede que haya un gen por parte de alguno de sus padres, que haya provocado el color rojizo del pelo del bebé.
—Imposible doctor, nuestros padres también tienen cabello negro. Y todos mis parientes son morenos, lo han sido generación tras generación. Así como los de ella.
—Bueno, puede haber otra explicación. Dígame, ¿con qué frecuencia hacen el amor usted y su señora?
Muy avergonzado, el hombre respondió:
—La verdad trabajo mucho y a veces no me queda tiempo para intimar. Como mucho, tendremos relaciones dos o tres veces cada trimestre.
—Ah —dijo el médico comprendiendo todo—, pues ahí lo tiene, esa es la razón. No es que su esposa lo haya engañado, ¡es que el niño está oxidado!