Se suponía que Scarlett, una niña que solía vivir en Florida, Estados Unidos, junto a su familia, pasara el mejor cumpleaños de su vida al cumplir uno de sus sueños más anhelados: visitar Disneylandia. Aquel día, la pequeña de cinco años de edad recién cumplidos, se disfrazó de Ariel, su princesa favorita y se dirigió al parque de diversiones sin saber que aquel iba a ser su último aniversario.
Scarlett y sus familiares la pasaron muy bien dentro del complejo de atracciones. Pero esa noche, mientras se disponían a volver a casa, la chiquilla comenzó a experimentar náuseas y vómitos, además de una intensa fiebre.
Alarmada, su madre la llevó al hospital donde solo le recetaron Zofran, un medicamento contra los mareos. Creían que solo había contraído algún virus estomacal.
No obstante veinte horas más tarde, su estado había empeorado y mientras la trasladaban a urgencias en la ambulancia, su corazón dejó de responder. Tras varios intentos por reanimarla, su madre tuvo que tomar una difícil decisión: resignarse a dejarla ir. Lo único que quedaba por hacer, era comunicar la triste noticia al resto de la familia.
Tanto la mamá de Scarlett como sus familiares, se quedaron de piedra al descubrir el motivo del repentino fallecimiento de la niña. Se trataba de un caso de Sepsis, una grave reacción del sistema inmunitario ante una infección repentina.
Hoy, a pesar de seguir inundados por el dolor, han decidido sobrellevar la situación ayudando a otras personas al compartir el cariño que sentían por la pequeña, a través de una fundación sin fines de lucro: Scarlett’s Sunshine. A veces, su madre sale para repartir flores a gente al azar en su nombre.
Y aunque no lo creas, esta pequeña acción ha ayudado a muchos a salir adelante.
Siempre hay una luz hasta en los momentos más adversos.