La mujer de esta historia notó que un hermoso Golden Retriever llegaba todos los días a su casa sin hacer ruido, se acostaba y se dormía varias horas.
Después el perro se levantaba y se iba. Esto paso en el jardín de su casa. Todos los días el perro se acercaba muy tranquilo y silencioso.
Era fácil notar que no se trataba de un perro callejero que estuviera buscando hogar, ya que el perro estaba muy hermoso y siempre se veía limpio y cuidado, por lo que era fácil pensar que su casa no estaba muy lejos.
Un día el perro se acercó a la mujer, quien iba caminando hacia su casa, y la siguió hasta que llegó a su casa. A ella no le molesto e incluso le abrió la puerta de su casa cuando llegó. El perro entró a la casa y busco una esquina, se acostó y se durmió. Luego de unas horas despertó y se salió de la casa.
El perro encontraba a la mujer casi todos los días cuando iba caminando, por lo que el encuentro se repitió tantas veces que se empezaba a convertir en rutina, hasta que un día la mujer quiso saber el motivo del comportamiento del perro.
Un día la mujer encontró decidió escribir una carta y amarrarla al collar del perro. La carta decía:
“Hola,
Me gustaría saber quién es el dueño de este maravilloso perro. Y me gustaría saber si sabes que viene a mi casa a dormir todos los días”.
Al día siguiente el perro regresó y llevaba otra nota amarrada en su collar, la cual decía:
“Hola,
Sospecho que lo hace para echarse una siesta tranquilo.
Somos una familia con seis hijos, dos de ellos tienen menos de dos años.
¿Te importaría si sigue yendo a tu casa para echarse un sueñito?”
La carta la hizo reír y le quedó claro que seguiría recibiendo al perro durante mucho tiempo. Después de todo, el perro ya se había hecho su amigo y de toda su familia.