Los seres humanos a menudo nos las estamos arreglando para destruir todo lo que la Naturaleza nos ha brindado, olvidándonos de que ella tiene un poder que supera con creces al nuestro. Por más golpes bajos que le demos a nuestro planeta, siempre habrá fuerzas naturales que se encarguen de devolver el equilibrio; aunque a veces ocurra de modos imprevisibles.
La bahía de Ussuri, en las cercanías de Vladivostok, solía ser uno de los sitios más desprestigiados de Rusia. Hace no muchos años que las autoridades la habían catalogado como una zona de peligro, pues se había convertido en un vertedero.
Botellas rotas de vodka, vino y cerveza, y trozos de porcelana, eran arrastrados hasta la costa por la marea del Pacífico Norte, haciendo imposible pasar siquiera por ahí.
Sin embargo, lo que parecía ser un severo desastre ambiental, hoy se ha convertido en un precioso destino turístico y orgullo del país, gracias a un impresionante fenómeno que erosiono los mencionados materiales, transformándolos en coloridos guijarros de todas formas y tamaños.
Así, la bahía fue renombrada como Playa del Cristal, debido a la manera especial en la que brillan estos pedruscos lisos entre la nieve.
Las fotografías que corren por las redes sociales e Internet, son para quitarle el aliento a cualquiera. Parece imposible creer que lo que antes fuera basura, ahora es algo tan precioso.
Actualmente, la Playa del Cristal se considera un área protegida y muy importante para el desarrollo turístico del lugar.
Pero más importante que eso, es la asombrosa lección que hemos recibido de la Naturaleza. No puedes acabar con la belleza que hay en el mundo, pues aunque lo ensucies y contamines, este cambia constantemente y se adapta a las circunstancias en la que lo mantienes.
Eso fue lo que ocurrió en esta bellísima playa.