En los meses de verano, cuando las temperaturas alcanzan su pico en el hemisferio norte, México suele acoger huracanes: poderosas tormentas que nacen en los océanos, toman fuerza y finalmente tocan tierra – la mayoría por lo general a lo largo de la costa pacífica de México, y con menos frecuencia a lo largo de las costas del Golfo de México o la península de Yucatán.
Los huracanes, como los terremotos, son fenómenos naturales impredecibles. Más apropiadamente denominados como ciclones tropicales, un huracán es un ciclón de intensidad más alta con vientos de al menos 120 kilómetros por hora. A medida que la tormenta se mueve a través del mar, recoge la energía y la fuerza que se disipa cuando la tormenta pasa por encima de la tierra. Los huracanes pueden causar daños considerables a las estructuras de la costa donde toque tierra y sus residuos suelen acabar en forma de lluvias torrenciales en las zonas afectadas del interior de la región de la costa.
Algunos años tienen poca o ninguna actividad de huracanes; otros años pueden traer una serie de huracanes en poco espacio de tiempo y de distinta fuerza. El huracán más notable que llego a México en los últimos años fue Wilma, que azotó la península de Yucatán en 2005 y causó daños generalizados en Cancún y alrededores – principal destino turístico de México.
Los sistemas sofisticados de vigilancia meteorológica, la tecnología de comunicaciones y las especificaciones de construcción modernas mitigan la mayor parte del riesgo humano asociados con las tormentas, aunque los huracanes más fuertes pueden causar grandes daños a la propiedades y las personas, alterar los sistemas de energía y comunicaciones y pueden afectar gravemente los sistemas de transporte.
Los huracanes pueden llegar en cualquier momento desde finales de primavera hasta finales de otoño, aunque la mayoría suelen aparecer en el verano. Es imposible predecir qué tan frecuentes las tormentas pueden ser o cómo de intensas serán en este año 2015, aunque se estima que se estima que llegaran 26 ciclones tropicales a las costas mexicanas, siendo 14 de estos potencialmente huracanes.
En México, las tormentas tropicales y los huracanes son más frecuentes entre julio y octubre – los meses más calurosos del año – con septiembre y octubre por lo general los meses más activos. La incidencia de tormentas con fuerza de huracán disminuye cuando las temperaturas se enfrían a partir de noviembre.
Las personas que viven y trabajan en las zonas afectadas por el huracán están acostumbrados a la actividad anual de tormentas y saben cómo prepararse y responder. Las estructuras de los complejos turísticos en México están construidos para soportar las tormentas y terremotos, aunque ninguno puede decir que es «a prueba de huracanes».