A menudo, la Naturaleza nos muestra las cosas más insólitas en paisajes remotos. Un buen ejemplo de ello son las Trovants, extrañas piedras que se encuentran tan solo en Rumania y algunas regiones de Rusia, y a las que se ha catalogado como “rocas vivas”, debido a las peculiares características que poseen.
El pueblo rumano de Costesti es uno de los principales lugares donde dichas piedras se encuentran por montones. Los lugareños las bautizaron como Trovants, pues en su idioma, esto quiere decir “rocas que crecen”.
Su aparición se remonta a unos seis millones de años, producto de la actividad sísmica del planeta. Están hechas a base de arenisca; cemento formado con sales de carbono y agua y se las puede encontrar en los tamaños más diversos, desde unos pocos centímetros hasta varios metros de altura. En su interior ocultan una serie de anillos que son muy semejantes a los de los árboles, lo cual ha permitido especificar su antigüedad. Además, tampoco se descarta la existencia de vida inorgánica en ellas.
De hecho se sabe que por dentro guardan varias sales minerales, las cuales se expanden cada vez que su capa exterior se humedece y el agua penetra en las capas interiores. A veces esto provoca el nacimiento de protuberancias nuevas, por las cuales se dice que estas piedras nunca acaban de crecer.
Estos montículos en crecimiento también ocasionan que cada roca se incline, logrando desplazarse alrededor de dos milímetros a la semana.
Lo más asombroso ha surgido al analizarlas con un equipo especial, gracias al cual se puede detectar el pulso y la respiración del que estos organismos están dotados. Un fenómeno por el cual se les ha llamado piedras vivas.
Hoy en día, la UNESCO las ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad y en Costesti, cuentan con un museo propio.