Contemplar una catarata es mirar uno de los espectáculos naturales más asombrosos que existen en el planeta. Estas caídas de agua puedan ser tan bellas como peligrosas, y especialmente si hablamos de las que tienen mayor altura. En el pasado, existieron unas cataratas tan terribles que sin lugar a dudas no cualquier persona se habría atrevido a mirar el precipicio que formaban. Se trata de las Dry Falls o “Cataratas Secas”, ubicadas en el estado de Washington, Estados Unidos.
Actualmente se encuentran secas pero hace miles de años, el escenario que ofrecían era totalmente distinto. Ni siquiera la cultura de los Clovis, misma que habitó en estas heladas tierras norteamericanas hace más de 13,000 años, pudo observar estas cataratas en todo su esplendor.
Dry Falls cuenta con más de 20,000 años de antigüedad y posiblemente, ninguna cultura humana haya podido apreciar como eran originalmente.
Tras la última glaciación que afectó al planeta, las corrientes de agua se detuvieron por completo, dejando en su lugar un cañón con inmensas lagunas por donde alguna vez estuvo cayendo.
Y es que hasta la fecha, se estima que estas pudieron ser las cataratas más inmensas jamás conocidas por el hombre. Situadas en la cuenca del impresionante Grand Coulee, cerca del famoso río Columbia, ni siquiera ahora que se encuentran vacías han dejado de ser un sitio turístico atractivo para muchos visitantes, debido a sus gigantescos acantilados que hace mucho tiempo estuvieron rodeados de glaciares.
La mejor manera de imaginar como fueron las Dry Falls, es estimando un tamaño hasta cinco veces superior al de las Cataratas del Niágara, otro escenario natural terrible y hermoso al mismo tiempo. En ellas, el flujo de agua superaba por mucho al de todos los ríos del planeta en conjunto, por lo que la corriente debió haber sido mortal.