El día que el Vaticano profanó la tumba de Jesucristo, cosas inexplicables comenzaron a suceder

Existe un lugar en Israel al que año con año, miles de católicos de todas partes del mundo, así como griegos ortodoxos y armenios, viajan por considerarse un lugar sagrado. La tumba de Jesús. Este sepulcro, resguardado por una losa hecha de mármol, se considera por investigadores, religiosos y arqueólogos varios como el último lugar en el que descansó el cuerpo del Mesías.

En Octubre del 2016, el Vaticano y el Fondo Mundial de Monumentos (FMM), colaboraron para levantarla por primera vez en casi mil años. Destinaron un presupuesto de más de cuatro millones de dólares, que incluía 10 meses de restauración.

El proyecto fue supervisado por Antonia Moropoulou, proveniente de la Universidad Técnica Nacional de Atenas.

No obstante nadie se imaginaba lo que iba a ocurrir, una vez que la tumba fuera abierta.

La tumba había sido celosamente vigilada por el gobierno israelí con anterioridad, siendo declarada como un sitio inseguro que necesitaba restauración.

Poco después de que los investigadores se adentraran en ella, medios como el periódico Daily Star dieron a conocer sus escalofriantes declaraciones sobre lo que encontraron en el interior.


Lo primero que pudieron confirmar, fue que los materiales usados para construirla databan del siglo IV, avalando la teoría que manifestaba que los romanos habían levantado el sepulcro, tres siglos después de la crucifixión y muerte de Jesucristo. Enseguida, lo más extraño comenzó.

Los testigos detectaron una señal que perturbaba el campo magnético, haciendo que dispositivos como teléfonos y ordenadores se apagaran al instante.

Hasta el día de hoy, nadie ha sabido dar una explicación para esto.

Actualmente el Santo Sepulcro de Jesús sigue atrayendo la atención de montones de feligreses de todas partes. Lo ocurrido con los científicos, ha confirmado para varios de ellos, que se trata de un lugar tan milagroso como misterioso, el cual debería ser respetado.

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