En la capital de Rumania hay muchas atracciones impresionantes para ver, pero el Palacio del Parlamento sin duda es el más popular de todos, pues hasta día de hoy sigue causando fascinación en quienes lo visitan.
Con doce pisos de altura, esta construcción que abarca 340,000 metros cuadrados, con 245 metros de ancho por 270 de alto, 48 metros a la vista y 15 más de manera subterránea, esta obra maestra arquitectónica es imperdible para los turistas.
Fue construido por órdenes del dictador Nicolae Ceauşescu, quien para erigirlo mandó a derribar gran parte de los lugares que ya ocupaban el centro histórico de Bucarest, a fin de hacerle espacio. Iglesias, establecimientos, sinagogas, casas y hasta un estadio tuvieron que ser demolidos.
El palacio se levantó completamente con materiales rumanos, destacando especialmente el mármol, que fue el más demandado de la época para destinarse a dicho proyecto. Tanto así, que fue prácticamente imposible utilizarlo para fines diferentes, como los ataúdes de los muertos, que tuvieron que ser hechos con madera.
Otras de las materias que fueron empleadas en su levantamiento incluyen cristal, acero, bronca, madera y las mejores alfombras.
Se necesitó la colaboración de 700 arquitectos y 20,000 trabajadores para construirlo y en el interior hay 1000 habitaciones, 40 escalones y numerosas escaleras, recibidores y pasillos.
Los techos están ricamente decorados con ornamentaciones y hay candelabros de cristal, cortinas bordadas de oro y playa y mosaicos.
El lugar es tan grande que perfectamente cumple con distintos fines. El ala oeste por sí sola, ha bastado para establecer el Museo de Arte Moderno de Rumania.
Es aquí además, donde se reúne el Parlamento Rumano y otras estancias se prestan para dar conferencias.
Este palacio es tan inmenso que tiene un volumen mayor incluso que las pirámides de Giza y ha recibido a varias personalidades.