La reproducción es parte de la vida, y la mayoría de las madres han expresado que tener un bebé es una de las mejores experiencias que se puedan vivir. Sin embargo, en muchos casos la gente no está lista para cuidar de un pequeño, ya sea física, moral o económicamente. La realidad es que miles de mujeres en todo el mundo han optado por el aborto, ya que es imposible para ellas cuidar a este nuevo ser. Las estadísticas de cada país han ido en aumento en las últimas décadas, por ejemplo en Vietnam, en donde el 40% de todos los embarazos terminan en aborto. Según los records oficiales del gobierno, todas las chicas de edad reproductiva han pasado por 2.5 abortos en su vida. Teniendo esta nación una de las mayores tasas de esta triste acción en el planeta.
A pesar de que hacer cambiar de opinión a una persona es muy difícil, aún existe gente que ha intentado disuadir a las madres que han pensado en la opción del aborto. Un hombre llamado Tong Phuoc Phuc comenzó un movimiento desde el año 2001 y se ha llegado a convertir en una figura importante en su país. En ese año, Tong y su esposa tuvieron un bebe, y asistieron al hospital de la ciudad de Nha Trang, en la provincia de Khanh Hoa, donde residen. No obstante, Phuoc vio algo que le llamó mucho la atención y lo hizo cambiar su vida completamente.
Mientras Tong y su esposa esperaban para pasar al quirófano, el vietnamita observó que habían muchas chicas entrando al salón de parto llorando y otras regresaban sin bebé. Después de un rato se dio cuenta que todas esas mujeres entraban y practicaban el aborto de sus fetos. Al notar esta triste realidad, se preguntó a sí mismo qué era lo que pasaba con los seres malogrados. Tong decidió darle a estos pequeños bebés un lugar digno para ser velados, pues él piensa que aunque no lograron vivir, tienen un alma igual que todos nosotros.
Después de ver estas escena decidió comprar un lote de terreno con sus ahorros y dio una sepultura honrosa a todo aquel pequeño “material abortivo” que logró recuperar del hospital. Cada tumba tiene un nombre cristiano y cada día se llenaban de al menos 30 fetos por algunos años. Sin embargo, lo que antes era una acción desinteresada llamó la atención de muchas jóvenes del país y se corrió la voz. Después de un tiempo bastantes mujeres comenzaron a aparecer en su puerta en estado de embarazo, diciendo que en realidad no querían abortar, pero no podían cuidar a su hijo.
Tong decidió ayudar a las jóvenes que tenían deseos de abortar, para evitar que esto ocurriera y darle una oportunidad de vida a estos pequeños. Cada semana llegban nuevas embarazadas a las que les da alojamiento a cambio de cuidar a los nenes que otras mujeres han dejado en el orfanato. Después de algunos años se dice que Tong ha cuidado a más de 100 niños y todos llevan su apellido, pues es difícil recordar tantos. Los chicos llevan el nombre de “Vinh” que significa “honor” y las niñas “Tam” que significa corazón.
Por algunos años se creyó que este hombre tenía muchas ganas de ayudar a todos los niños y madres que pudiera, pero en la actualidad se han dado diferentes historias sobre los hechos. Ya que la historia de Tong se ha hecho famosa en todo el mundo, cientos de interesados han hecho donaciones a su causa y ha tenido voluntarios para ayudarlo. Sin embargo, varias personas hablaron sobre los “métodos” que se utilizan en los orfanatos. Las chicas que cuidan de los niños son usualmente jóvenes embarazadas que pidieron posada en las instalación de Tong.
En un documental que se hizo hace algunos años mostraron imágenes sobre un cierto maltrato y abuso por parte de las chicas hacia los bebés, mayormente menores de 5 años. En el vídeo se nota la frustración de las mujeres que están cuidando a los pequeños. Además que una de las “internas” reveló que la conducta de Tong había cambiado totalmente con el pasar de los años, pues antes si se preocupaba por los niños. Sin embargo, en la actualidad parece ser más un negocio que un orfanato para ayudar.
El trato que Tong ha dado a las mujeres que se hospedan en el orfanato es que cuando estén mejor instaladas, con una vida más estable, deberán volver por su pequeño. Más de 50 niños y niñas han vuelto con sus madres cuando han vuelto por ellos. “En el 2004, habían al menos 30 bebés que se debían llevar al cementerio para ser enterrados, en la actualidad a veces no hay ninguno en varios días, y eso me hace muy feliz” comentó Puac.