En el estado de Wyoming, Estados Unidos, existe un monumento natural que por años ha fascinado a propios y extraños. Se trata de la Torre del Diablo, una elevación volcánica de 386 metros de alto, que se puede distinguir por encima de las Colinas Negras.
Originada por un brote de magma del suelo hace 65 millones de años, es un lugar que cuenta con historia y en torno al cual, también se han contado extrañas leyendas, que hoy en día siguen despertando curiosidad.
La más conocida de todas data de los indios nativos norteamericanos, y narra su formación.
Cuenta la historia que siete vírgenes, para escapar de las garras de un oso hambrienta, imploraron ayuda al Gran Espíritu, que hizo surgir este peñón para protegerla.
En él, únicamente quedaron los arañazos de la bestia (que actualmente pueden apreciarse con total claridad) y las muchachas se transformaron en las famosas Pléyades.
Otra leyenda asegura que no eran unas jóvenes las que escapaban del grizzli, sino un par de pequeños, los cuales se comunicaron con el dios Wanka Tanka, creador de todas las cosas, para que los rescatara de Mato, el animal que los perseguía.
Una vez más, la deidad hizo brotar el montículo al que subieron para ser llevados por el águila Wanblee.
El oso por su parte, al no poder atraparlos se retiró a morir de hambre y después se convirtió en la pequeña colina, Bear Butte.
El último mito Cheyenne narra como dos indios despertaron un día en lo alto de la Torre del Diablo, tras dormir junto a la cabeza de un búfalo.
Después de ayudar e invocar a los espíritus, consiguieron bajar sin daño alguno y retornar con los suyos.
Esta última leyenda, pretende explicar porque se encontró el cráneo de un búfalo en la cima de la montaña.