Ubicado dentro del Centro Histórico de la capital mexicana, el Palacio Postal de la Ciudad de México ha permanecido en el tiempo, y desde su construcción, como uno de los mayores emblemas del porfiriato en México, y como un innegable orgullo para el legado arquitectónico mexicano.
El 17 de febrero de 2016 será la fecha en la cual esta obra cumplirá los 109 años de su inauguración, cuando era un emblema claro de progreso en comunicaciones, funcionando como la oficina postal de correos de la época.
Según reseñan las cifras de los historiadores, para 1907, en su fundación, el Palacio Postal de la Ciudad de México manejaba una cifra que llegó a superar los 130 millones de encargos postales por año.
Debido a su belleza y la elegancia desbordada por este edificio, fue declarado como parte del patrimonio artístico de la nación mexicana en mayo de 1987. El arquitecto a cargo de la obra fue el italiano Adamo Boari, quien trabajó en conjunto con el ingeniero de origen mexicano, Gonzalo Garita.
Dentro de las obras que adornan las instancias exteriores e interiores de la obra, destacan los frescos de Bartolomé Galloti. Otros elementos que forman parte de la sublime decoración de esta obra son los detalles de herrería elaborada en bronce, las gárgolas y, ¿cómo olvidarlo?, la escalinata central, que recibe a todos los turistas y lugareños que deciden visitar el Palacio Postal de la Ciudad de México, y que sirve como uno de sus elementos más representativos, elaborada en hermoso mármol mexicano.
Además, los múltiples tragaluces y cielos de cristal de esta obra arquitectónica, en contraste con los minuciosos detalles que adornan sus interiores, dan un aire cálido a los silenciosos pasillos del Palacio Postal de la Ciudad de México, el cual además sirve como sede actual de la Biblioteca Postal, la cual alberga documentos relacionados a la historia postal mexicana.