Esta historia se sitúa en el lago Kurtna Matasjarv (conocido como Konna-See en el pasado), un pequeño estanque en medio del bosque a unos diez kilómetros al sur-este de la ciudad estonia de Johvi, a tan sólo 50 km de la frontera con Rusia.
En el año 1944 Estonia fue un gran campo de batalla, dejando una enorme cantidad de muertos y heridos durante la segunda guerra mundial. En aquel año, un niño vio las marcas de la oruga de un tanque en el lodo, por lo que decidió seguirlas hasta que las marcas desaparecieron en el lago de Kurtna Matajaretv.
Vio que salían algunas burbujas del fondo del lago, pero al no poder hacer nada al respecto el niño regreso a su casa.
Muchos años después, específicamente 56 años, el ya casi anciano relato la historia en el club histórico de la ciudad llamado ‘Osting’. Los miembros del grupo quedaron fascinados por la historia y decidieron organizar una expedición para ver si era posible encontrar el tanque.
En septiembre del año 2000 el grupo fue al lago y se encontró con algo asombroso.
En la profundidad del lago se encontraron con algo enorme, tan grande que era imposible sacarlo, ya que pesaba alrededor de 30 toneladas y se encontraba a 7 metros bajo el agua.
Se llamó a una compañía de maquinaria pesada para poder extraer el gran objeto que había dentro del lago. Al poder elevar el objeto de debajo de las aguas todos pudieron que ver que en realidad si era un tanque, específicamente un tanque T3476A soviético.
Los expertos creen que este tanque soviético fue capturado y usado por los alemanes hasta que tuvieron que retirarse de la zona, dejando abandonado el tanque dentro del lago para que los soviéticos no lo pudieran usar de nuevo.
Debido al gran peso del tanque, le tomó al equipo de maquinaria pesada alrededor de 6 horas poder sacarlo del lago. Pero lo más increíble de todo, es que gracias al pH del lago, el tanque no se oxido y se conservó mucho mejor de lo que esperaban.