En el mundo hay muchas historias que sirven de inspiración y una de ellas es la historia de Arnoldo de la Rocha, historia que nos demuestra como el esfuerzo, la constancia y el deseo de superación es suficiente para lograr todo en la vida.
Arnoldo salió de la sierra Tarahumara a los 11 años de edad y consiguió hacerse de una gran vida al crear un negocio en dónde vende uno de los productos más consumidos por los mexicanos hoy en día: Pollo Feliz.
Él era el más grande de 12 hermanos que nacieron y crecieron en Chihuahua, en el corazón de la sierra, en dónde llevaban una vida muy simple y pobre, usando ropa rota y huaraches hechos de piel de vaca. No vio un automóvil hasta los 11 años de edad cuando comenzó a ir a la escuela, pero desde que nació sus padres le enseñaron los valores y la importancia del trabajo.
“En realidad nuca supe que era pobre hasta que conocí a la gente rica, vivíamos muy felices”, comenta Arnoldo de la Rocha durante una de las conferencias que tuvo en Smartspeakers.
Arnoldo afirma que de pequeño pensó que había nacido para ser un campesino toda su vida, que sentía que su disco duro estaba programado para hacer eso toda su vida. Hasta que en el 1975, por necesidad, decidió salirse con un grupo de amigos y 18 mil pesos para comenzar a vender pollos marinados, una receta de su familia. El restaurante de pollos se convirtió en todo un éxito en la ciudad de Los Monchis, Sinaloa.
En el 1980 su negocio ya era todo un éxito y se había expandido hasta 167 ciudades de México. Para el 2000 ya había 800 sucursales de ‘Pollo Feliz’ en toda la Republica de México. En el 2001 comenzo a abrir sucursales en Estados Unidos, comenzando por Tucson, Arizona.