En la frontera entre Sudán y Egipto, justo a un lado del triángulo de Hala’ib, conocido por su amplia entrada al Mar Rojo y sus pozos petrolíferos, se encuentra Bir Tawil.
Un diminuto territorio que si bien cuenta con las condiciones para ser habitado y una ubicación nada despreciable, ha sido rechazado numerosas veces por los gobiernos de cada uno de los países mencionados.
Dicha situación se remonta al año 1902, cuando Reino Unido decidió crear una separación administrativa entre ambas naciones, que al tratar de coincidir con la impuesta en 1899, dejó como sobrantes a Bir Tawil y Hala’ib.
A diferencia del primero, Hala’ib ha sido motivo de disputas varias entre los gobiernos sudanés y egipcio; especialmente desde que una compañía petrolífera de Canadá expresó su interés por excavar aquí.
Como ninguna ha reclamado nunca sus derechos sobre Bir Tawil, se considera esta como tierra de nadie.
Y como sucede a menudo, nunca falta quien quiera aprovecharse de esta peculiaridad.
En el 2014, Jeremiah Heaton, de los Estados Unidos, supo sobre la falta de soberanía de la región y viajó hasta allá para proclamarse rey de la misma, clavando una bandera de lo que se convertiría en el Reino de Sudán del Norte.
Al principio, todo comenzó como una treta para cumplir el sueño de su pequeña hija, quien quería convertirse en una princesa. Jeremiah cumplió con su palabra de hacerlo realidad… aunque luego se planteó seriamente el tener su propio país.
Anunció la apertura de embajadas en diferentes países, así como la fundación de una nación donde sus ciudadanos pudieran llevar una vida sustentable, con plena libertad en la red e incluso la posibilidad de instaurarse como paraíso fiscal.
Al final ningún gobierno reconoció al Reino de Sudán del Norte como un país de verdad. Pero Disney se inspiró en este caso para hacer una nueva película.