Vestir de negro es la tradición más popular cuando alguien muere, indistintamente a su cultura o su religión. Aunque hoy en día este código ha dejado de ser una norma estricta, lo cierto es que se siga acostumbrando bastante, ya sea que el fallecido sea cercano o no a uno. No obstante, la mayoría de la gente realmente ignora de dónde viene esta tradición y lo escalofriante que es su origen.
A lo largo de la historia, diversas culturas han desarrollado sus propios rituales fúnebres. Así, en Egipto se acostumbraba que un consejo especial se reuniera para discutir si una persona merecía un funeral o no, en base a sus acciones o a las deudas que hubiera dejado en vida.
Los hebreos solían presentarse descalzos y con la cabeza sin cubrir en un funeral, además de dormir entre las cenizas por varios días, en el caso de los parientes cercanos a alguien que acababa de fallecer.
La costumbre de vestir de negro se remonta mucho más atrás, a etnias antiguas que se pintaban la cara y el cuerpo de este color para camuflarse ante los espíritus, pues se tenía la creencia de que estos podían poseer cualquier cuerpo que encontrarán en su camino. La pintura o las cenizas constituían la manera más segura de engañarlos.
Esta superstición adoptaba el color blanco en muchos lugares de África e India, donde la mayor parte de la población se caracteriza por tener una piel oscura o morena.
Con la llegada de los esclavos negros a América y la práctica de ciertos rituales del Vudú, pronto adaptaron sus tradiciones a los de las religiones cristianas y católicas que se esparcieron por el continente, sin que esta fuera la excepción.
Ahora que sabes esto, ¿seguirás vistiéndote de negro en los funerales a los que vayas?