Jamás te podrías imaginar con exactitud, que fue lo que Antonio Nievas, un campesino argentino, encontró en sus terrenos luego de salir a caminar una mañana. Se trata de un descubrimiento tan insólito como emocionante, y que en un principio, a él le provocó un enorme sobresalto. Metido en un enorme agujero, halló lo que en un principio creyó que era un huevo de dinosaurio.
Este enorme objeto de un metro de diámetro y superficie escamosa, era sin embargo algo distinto, aunque no tan alejado de su teoría inicial.
Se trata del caparazón de un animal prehistórico conocido como Gliptodonte, el cual se puede considerar como el antepasado más relevante del armadillo. Según los expertos, el mismo tendría unos 10,000 años de antigüedad y a pesar del tiempo, se conservaba en perfecto estado.
De hecho, estaba casi entero, lo que es extraño considerando que no es el primer caparazón en encontrarse. Si bien se han hallado otros pocos en lugares distintos, lo que es realmente impresionante es no hallarlos en pedazos.
El caparazón del gliptodonte estaba conformado por varias capas óseas, que le permitían protegerse de los ataques de depredadores y otros factores externos.
Este animal tenía grandes dimensiones y un pelaje de largo considerable debajo de su caparazón, así como enormes garras. No era capaz de girar la cabeza a ambos lados, por lo que su visión estaba muy limitada. En cambio, la fuerte resistencia de su principal protección compensaba este inconveniente.
Los gliptodones se extinguieron de la tierra con la llegada de la Edad de Hielo. Los más grandes llegaban a medir más de tres metros de largo; una medida inconmensurable si la comparamos con la de los tímidos y pequeños armadillos.
Este es un descubrimiento que ya ha despertado el interés de investigadores en distintas partes del mundo.
#Animal of the day:#Glyptodon, a #Xenarthra, went extinct 14,000 years ago & lived in #SouthAmercia.-by qNO pic.twitter.com/cGEhPGNsQs
— RADbugle (@RADbugle) 5 de octubre de 2014