Cuando vivía en Líbano, antes de la guerra, Abdul era el gerente de una fábrica de chocolates, donde ganaba el dinero suficiente para sostenerse con su hija.
Sin embargo, una vez que se desató el conflicto en Siria, ambos tuvieron que huir junto con millones de personas para salvar sus vidas. Eso lo llevó hasta Yarmouk, donde tuvo que empezar desde cero.
El hombre deambulaba por las calles con su pequeña en brazos, vendiendo bolígrafos. No tenían un techo bajo el cual dormir o que comer. La desesperación de este padre iba en aumento.
Fue en esos momentos de oscuridad cuando Gissur Simonarson, un activista de Noruega, reparó en él y le tomó una fotografía, la cual causaría más impacto de la que él esperaba. Apenas la compartió en sus redes sociales para crear consciencia, miles de personas expresaron su deseo de ayudar.
Tras recibir una avalancha de solicitudes en Facebook, Gissur echó a correr una campaña para recaudar fondos. Gracias a la generosidad de la gente, consiguió reunir casi 100,000 dólares, que fueron a parar a las manos del agradecido e incrédulo Abdul.
Con dicho dinero, fue capaz de conseguir un apartamento modesto y enviar a su hija a la escuela. No han vuelto a vivir con todas las comodidades que tenían antes, pero tienen todas sus necesidades básicas cubiertas y desde entonces, al vendedor no ha dejado de dar las gracias.
Con los donativos también fue capaz de adquirir algunos pequeños locales en los que abrió restaurantes, donde a su vez les ha dado empleo a otros refugiados sirios.
Parte de sus ganancias, han sido destinadas a ayudar a los más afectados por la guerra, en una manera de retribuir toda la bondad que le han mostrado. Cuando todos nos unimos por una causa noble, podemos cambiar vidas.
Hermoso!!
Asi debe ser!