El Palacete de Belvedere es una enorme edificación que fue construida en 1484 y que actualmente es el hogar de muchas obras de arte de los Museos Vaticanos. Esta gran construcción está siendo repintada usando leche, algo que ha llamado la atención de millones de personas en las redes sociales.
Lo cierto es que se trata de una fórmula antigua que ha demostrado ser mucho más duradera que muchas de las pinturas sintéticas modernas. El arquitecto jefe del Vaticano, Vitale Zanchettin, comentó: “No tenemos nostalgia por el pasado. El punto es que creemos que estas soluciones envejecen mejor. Su eficacia está comprobada”.
Asimismo, esto va de acuerdo al énfasis ecológico del papa Francisco, ya que la leche que están usando proviene de las vacas del papa, las cuales fueron criadas en la residencia papal veraniega de Castel Gandolfo, que se encuentra a las afueras de Roma.
Pero no usan leche natural para pintar, sino que se hace una mezcla con cal apagada y algunos pigmentos naturales. En este caso están usando color crema original que se usaba mucho en el siglo XVI y que se aplica de forma anual a las paredes usando viejas técnicas centenarias.
La directora de Museos Vaticanos, Barbara Jarra, comentó que la encíclica del papa Francisco sobre la ecología fue su guía para comenzar con los trabajos de restauración: “En realidad tratamos de aplicar estos métodos porque no son invasivos para el medio ambiente. No son invasivos ni para el medio ambiente ni para las personas”, explicó.
Cuando las recetas tradicionales son insuperables y de eficacia demostrada: El Vaticano pinta el Palacio de Belvedere con leche (usada como aglutinante, y mezclada con cal apagada y pigmento)https://t.co/ddiatWzA2v pic.twitter.com/u38uOcniy7
— Restaurando (@restaur_accion) 26 de diciembre de 2017
En realidad, el Vaticano es considerado un pionero en la investigación de aceites esenciales que se puedan usar para limpiar y proteger las 570 estatuas y las obras de arte de mármol que se pueden apreciar en sus jardines. Esto se debe a que los hermosos jardines de 22 hectáreas del Vaticano representan un peligro para las obras de arte.