Para Lee Purdy, recorrer las calles con su transporte de UPS es una rutina de todos los días. Gracias a su trabajo como repartidor de paquetes, ha tenido la oportunidad de ver un montón de cosas; pero ninguna tan extraña como la que le ocurrió un día en que se encontraba haciendo un recorrido por Oregón, Estados Unidos.
Pasaba frente a una casa cuando escuchó un grito repentino de ayuda. Al principio, Lee creyó haber escuchado mal. Luego el sonido se repitió y se puso en guardia.
Al parecer, quien estaba gritando era una mujer en el interior, que a juzgar por su tono de voz se encontraba llorando. En ese momento Lee llamó por teléfono a su esposa para preguntarle que hacer, pues nunca había estado en una situación así. Ella le aconsejo que llamara a la policía de inmediato.
Lee se puso en contacto con un oficial y cuando este llegó, tocaron a la puerta. Parecía como si la casa estuviera deshabitada, pero los gritos continuaban. El policía derribo la puerta y cuando entraron, encontraron algo que no esperaban ver.
No había ninguna mujer desesperada por auxilio. Solo estaba Diego, el pequeño loro que, sobre su palo de la sala de estar, no dejaba de repetir: “¡Ayúdenme, ayúdenme!”
Fue una sorpresa para ambos descubrir al animal, pero también un alivio saber que nadie se encontraba en peligro. Más tarde, la dueña del pajarito, Susan Baird, la explicaría que no era la primera vez que aquello pasaba.
Al parecer Diego ya había asustado a un montón de familiares, amigos y desconocidos al proferir aquellos gritos espeluznantes. Sin embargo, el pequeño cotorro también es capaz de pronunciar otras palabras humanas, así como distintos sonidos de animales, como los perros y los gatos.
¿Quién dice que los loros no son inteligentes?