Seamos honestos, una de las peores cosas que le pueden ocurrir a cualquiera, es ser detenido por la policía. Esta definitivamente, es una de esas experiencias que a nadie le gustaría vivir jamás. Sin embargo, incluso algo tan intimidante como ser detenido por un uniformado puede convertirse en algo inolvidable. Al menos eso fue lo que demostró Austin Urhan, un joven estadounidense de Kansas que tenía algo muy importante que confesarle a su novia.
Todo comenzó una mañana, cuando ambos salieron de casa para hacerle una visita a los abuelos de la chica. Austin llevaba siete años saliendo con Samantha Watson, quien no sospechaba lo que estaba a punto de ocurrirles en la carretera.
Se desplazaron en su Chevrolet Corvette de color negro, hasta que se encontraron a sí mismos perseguidos por una patrulla policial.
Un policía descendió del vehículo y le pidió a Austin su permiso para conducir y los papeles del auto, tras informarle que había sido avisado sobre un Chevrolet que manejaba de forma imprudente en la autopista.
De inmediato, Samantha se preocupó. Su novio tenía 20 multas de tráfico acumuladas y una infracción como esa, podía significar un pase directo a prisión. El oficial les ordenó que salieran del coche y Austin fue llevado a la parte trasera, donde le obligaron a colocar las manos sobre la cajuela.
“Justo lo que sospechaba, te darán cadena perpetua por esto”, murmuró el policía, antes de hacer que se arrodillara para colocarle las esposas.
Samantha miraba con horror cuando de pronto… su novio extendió las manos, mostrándole un reluciente anillo de compromiso. Todo había sido un montaje para pedirle matrimonio, ¡vaya susto se llevó ese día!
El vídeo del incidente se volvió viral desde su publicación en redes sociales por la misma Samantha. Sin duda es una de las proposiciones más originales (y arriesgadas) que hemos visto.