Natalie Walsh es una enfermera que gracias a su instinto, pudo preservar la salud de su amada hija. Todo comenzó cuando la pequeña se enfermó de repente, alegando sentir dolores de cabeza y experimentando accesos de fiebre. De inmediato, su madre la llevó al hospital donde los doctores notaron un bultito en uno de los lados de su cabeza.
Al principio pensaron que la había picado una araña, por lo cual la trataron y la enviaron de vuelta a casa. Pero en los siguientes días, los síntomas de la niña no mejoraron. Fue ahí cuando Natalie sospechó que los médicos no le habían dado el diagnóstico correcto.
La llevó a una clínica distinta en la que finalmente, le detectaron la enfermedad de Lyme, un padecimiento que no es tan grave como suena.
Este se caracteriza por la aparición de erupciones con forma de diana, las cuales son causadas por mordeduras de garrapatas dentro de un lapso de entre tres y treinta días. Sus síntomas incluyen inflamación de los ganglios linfáticos, fatiga, migrañas y fiebre. Si bien es completamente curable, es importante detectarla a tiempo pues en un estado avanzado las consecuencias son peores. La enfermedad de Lyme puede provocar inflamación en el corazón y el cerebro, además de rigidez y dolor en las articulaciones y músculos.
Afortunadamente la niña pudo recuperarse exitosamente después de varios días, aunque tuvo que pasar algo de tiempo en el hospital.
A partir de esta experiencia, Natalie quiso compartir su historia para concientizar a las personas sobre este mal, que en principio puede ser difícil de detectar. Su caso también nos recordó que nunca está de más pedir una segunda opinión cuando nuestras enfermedades no ceden.
Los médicos estarán muy capacitados para cuidar de las personas, pero hasta ellos pueden equivocarse de vez en cuando.