Crece en la región antes conocida como Mesoamérica y muchos paisajes cercanos al Mar Caribeño.
Sus frutos y savia son tan peligrosos, que incluso hay placas de alerta junto a cada espécimen para asegurarse de los turistas no se acerquen. El árbol Hipomanne Mancinella, es justamente el tipo de planta que no querrías tener en tu jardín, aunque en apariencia luzca inofensivo.
Sin embargo, su peligrosa reputación data de siglos atrás. En tiempos de la colonia, no fueron pocos los extranjeros que perecieron al atreverse a comer de su fruto. De hecho, se dice que los indígenas torturaban a sus enemigos atándolos al tronco de este árbol, para que sufrieran; y que extraían la esencia del tronco para envenenar sus flechas.
Conocido también como “Manzanilla de Playa” o “Manzanilla de Arena”, posee características muy inusuales que sin necesidad de conocerlo en persona, te harán temerlo.
Sus ramas, de considerable grosor, suelen levantarse sobre la tierra y en muchos casos, llegan hasta las aguas del mar. Su savia, de consistencia lechosa, es capaz de provocar fuertes quemaduras en la piel; y cuando llueve es peor, ya que si se diluye, ocasiona erupciones cutáneas que escaldan el cuerpo de manera insoportable.
Quemar la madera es otra idea pésima, pues el simple hecho de aspirar el humo basta para causar ceguera temporal y graves infecciones respiratorias.
Pero lo verdaderamente peligroso, aseguran los expertos, son sus frutos. Muy parecidos a manzanas pequeñas y redondas, son de sabor dulce, pero comerlos irrita la garganta de un modo insoportable, además de deshidratar el organismo en niveles alarmantes. Dichos malestares son seguidos de síntomas como vómito y diarrea.
Hasta la fecha, el único uso que se le ha podido dar a este árbol es para fabricar muebles con la madera seca, o bien, tratar enfermedades venéreas con la corteza y el corazón de la fruta.