Si recorrieras las calles de la capital de Bulgaria, Sofía, podrías ver a una curiosa figura mendigando en las calles: un anciano, vestido con ropas harapientas, con una larga barba blanca descuidada y pelo muy largo.
Es posible que lo tomes por una persona sin hogar, y camines hasta él y pongas algo de dinero en su caja. La verdad es que, sin embargo, es posible que te hayas encontrado con un hombre que casi es un santo.
Dobry Dobrev, o «Saint Dobry», como se le conoce en las calles de Sofía, tiene casi 103 años.
Él no está sin hogar, ni es realmente un mendigo. En cambio, se ha dedicado a vivir una vida sencilla con una pensión de aproximadamente 100 dólares, en un apartamento modesto, donde uno de sus últimos hijos con vida lo cuida.
A pesar de sus ingresos estables, él sale a la calle para ganar dinero. No para él, sino para otros, principalmente a través de las iglesias.
Todo el dinero que gana mendigando es donado a la caridad.
No estamos hablando de unos pocos centavos, tampoco. Dobrev ha donado miles de dólares desde el momento en que empezó a mendigar. De hecho, Dobrev ha hecho tres donaciones de gran importe a las iglesias locales. Una fue de 5,000 dólares, otra recibió casi 15,000 dólares y una vez donó más de 20,000 dólares a la Catedral de Alexander Nevsky de Sofía. No solo es impresionante por sí solo, también fue la mayor donación que la iglesia haya recibido en su historia.
Sin embargo, a pesar de su generosidad, Dobrev es sorprendentemente callado y humilde.
Él no da entrevistas, ni habla de su vida. Lo que se sabe es que nació en 1914 en el pueblo de Bajlovo y se casó en 1940. Perdió la mayor parte de su capacidad auditiva durante la Segunda Guerra Mundial después de que un proyectil explotó cerca de él. Él ha tenido cuatro hijos, aunque solo dos están vivos en la actualidad.
Dobrev comenzó a dedicarse a la caridad a fines de la década de 1980, y aunque ya tiene una edad avanzada, desde entonces ha viajado frecuentemente a Bajlovo desde Sofía para ayudar a una iglesia local.
¿Qué podría obligar a alguien a vivir esa vida?
Dobrev es guiado en su compasión por una fuerte adhesión a su fe. «Creo que debemos obedecer y seguir la voluntad de Dios», dijo el humilde Dobrev, en la película búlgara de 2000 «Mite». «Debemos amarnos unos a otros como Dios nos ama».
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