Solo una madre es capaz de expresar lo que significa ver pasar los años, para ver a sus hijos convertidos en personas distintas a los bebés que una vez, tuvieron en brazos.
Esta, es la preciosa carta de una mamá que habla sobre el paso del tiempo, y el precioso sacrificio en el que no todos nos paramos a pensar.
A ti, que has tenido la fortuna de ser madre:
Tienes que saber que desde el instante en que sostienes a tu bebé por vez primera, jamás serás la misma persona, eso tenlo por seguro.
Sé lo que es extrañar a la persona que solías ser. La que era libre, con tiempo de sobra y que no debía preocuparse por nada en particular.
Te enterarás de lo que es el cansancio como no te había pasado antes y sentirás que los días son exactamente iguales, cambiando pañales, escuchando llantos y eructitos, oyendo quejas, peleas, suplicando por una siesta.
Aunque el ciclo parezca no terminar, solo recuerda que todo tiene una última vez.
Un día, le darás de comer a tu bebé, él se dormirá sobre ti y lo abrazarás de ese modo contra tu cuerpo por última vez. Un día lo estarás llevando encima de tu cadera y luego lo pondrás en el suelo, pero jamás lo volverás a cargar de esa manera. Un día le lavarás el cabello en la bañera, pero después querrá bañarse él solo. Lo tomarás de la mano para cruzar por la calle, hasta que nunca te dé la suya de nuevo. Te buscará de noche en tu habitación, buscando cariños y será la última noche que debas despertar para dárselos.
De modo que vive esos momentos, porque tienes un número reducido de ellos y cuando se hayan ido, te encontrarás deseando revivir un único día repleto de ellos.