Existen muchos rincones en este planeta que a pesar de su sencillez, terminan convirtiéndose en los más significativos para los viajeros. Uno de ellos es a isla Mackinac, misma que se encuentra situada en medio del lago Hurón, en Míchigan y nombrada de esta forma por los nativos americanos. La palabra Mackinac quiere decir tortuga y eso es justo lo que este islote parece cuando se lo ve desde las alturas.
Con una extensión de 9.8 kilómetros cuadrados, no es muy grande, pero debido a sus áreas verdes y a las construcciones de arquitectura clásica que se encuentran en ella, ha sido declarada como Monumento Histórico Nacional.
Visitar la isla es como hacer un viaje en el mundo. Aquí, los vehículos motorizados están prohibidos, como no sea para una emergencia o en invierno si se requiere deslizarse por la nieve. El resto del año, los únicos medios de transporte que se pueden mirar son coches tirados por caballos o bicicletas. No existen estaciones de gasolina ni señales de tránsito. La autopista M-185 que bordea la zona, con 8 millas de largo, es actualmente la única en los Estados Unidos por donde circulan vehículos sin motor.
Las actividades preferidas de quienes van de visita incluyen montar a caballo, escalar o dar caminatas.
Aunque en Mackinac solo residen unos 500 habitantes, esta zona se ha convertido en uno de los puntos turísticos más atractivos del país, llegando a recibir hasta 15,000 habitantes al día durante las temporadas altas.
Hay tres calles principales: Waterfront, Main Street y Market Street, donde se concentran gran parte de las tiendas, hoteles. Restaurantes y almacenes, albergados en preciosos edificios que datan del siglo XVII.
La única forma de viajar hasta este encantador islote es en avión o bien, tomando un ferry desde Mackinaw City o San Ignacio.