La región del Cusco en Perú, es conocida por ser una de las más hermosas del país no solo gracias a sus ruinas ancestrales, sino a los majestuosos paisajes que en ella se pueden observar. Es aquí donde podemos encontrar un precioso monte llamado Vinicunca, palabra que en lengua quechua quiere decir “Cerro de Colores”. Conocida también como la Montaña de los Siete Colores, es en sí un espectáculo fascinante de la Naturaleza.
Y es que en su suelo es posible percibir una amplia variedad de tonalidades, producto de la riqueza de los minerales que aquí conviven. Con una altura de 5,200 metros a nivel del mar, esta colina de la provincia de Quispicanchis cuenta con una historia que se remonta a la época de los antiguos pueblos andinos.
De acuerdo con la cosmovisión indígena del lugar, todas las montañas albergaban “apus”, que eran espíritus que protegían a las personas a cambio de ofrendas y ceremonias de prosperidad.
Todavía hoy en día, se puede ver como mucha gente autóctona del campo sube hasta el Vinicunca para dejar flores y alimentos que son para la Pachamana, (Madre Tierra).
Subir igual que ellos es una cálida experiencia, que solo los turistas en forma pueden soportar debido a la altitud del cerro y lo extenuante del viaje. Lo normal es que la subida se demora entre dos y tres horas y media. Pero una vez arriba, la vista es algo que verdaderamente vale la pena.
A un lado del Vinicunca se alza el Nevado Ausangate, otra montaña de gran notoriedad en el Cusco. Más abajo se extiende el Valle Rojo, una región que recibe su nombre gracias a la asombrosa coloración que tiene su suelo, teñido con hojas verdes y sombras escarlatas.
Alrededor del lugar se pueden apreciar muchas artesanías quechuas e incluso disfrutar de la excelente comida tradicional de la zona.