Cuando Julian y Tracy Austwick recibieron la noticia de que tendrían gemelas, se sintieron los padres más felices del mundo. Sin embargo, la pareja de Inglaterra tuvo que atravesar por un parto prematuro.
Con solo 26 semanas de gestación, las gemelas nacieron y una de ellas tuvo complicaciones de salud.
Amber tenía dificultades para respirar, de modo que los doctores tuvieron que intervenirla con una traqueotomía urgente. Durante la operación, abrieron un orificio en su garganta para facilitar la llegada de oxígeno.
Esto le salvó la vida pero tuvo una terrible consecuencia: la niña quedó muda.
Además de este suceso, Amber también padeció una parálisis cerebral que le impedía coordinar sus movimientos. Aprendió a gatear mucho más tarde que otros bebés y le costaba moverse normalmente.
Angustiados por la perspectiva de que su hija no pudiera disfrutar de una vida normal, los Austwick tomaron el consejo de acudir a un Santuario de Burros en Birmingham, donde la niña podría recibir terapia con animales. Allí conocieron a Shocks, un burrito que había sido severamente maltratado en una granja irlandesa, antes de ser rescatado.
De inmediato, Amber y el animal se conectaron de una manera muy especial.
Ella aprendió a montar encima de él y fortaleció sus piernas lo suficiente como para caminar sola, lo cual supuso un milagro para sus padres. Siempre lo abrazaba y lo acariciaba con cariño.
Cuando le instalaron un dispositivo que le permitiría hablar, a sus padres les preocupaba que no fuera capaz de comunicarse con él. Los doctores les habían advertido que no todas las personas eran capaces de hacerlo, pero bien valía la pena intentar. Amber todavía no lo lograba.
Un día, abrazó el rostro del burro y la escucharon decir sus primeras palabras: “Te quiero, Shocky”.
Aquel animal humilde y hermoso, había logrado rehabilitarla por completo.