En 1960, una madre se encontraba sola y desempleada con seis hijos a los cuales mantener. Su esposo la había abandonado y aunque ya nunca más les pegaría, tampoco les brindaría los 15 dólares semanales que mucho necesitaban para su sustento.
Así, la mujer se dispuso una mañana a bañar y arreglar a los niños hambrientos, se montaron en su arruinado Chevy del 51 y salieron para buscar trabajo.
Ninguna fábrica ni establecimiento quería contratarla, debido a su nula experiencia. Pero finalmente encontró empleo en un bar para camioneros que se encontraba en los límites de la ciudad.
Allí, una anciana llamada Granny ofreció pagarlo 65 centavos por hora, si trabajaba desde las 11 de la noche hasta las 7 de la mañana.
La madre tomó el empleo de inmediato y contrató a una niñera para cuidar de sus hijos por las noches, pero el dinero seguía escaseando. Todo se iba en pagar facturas y las cosas empeoraron cuando se dio cuenta, de que su auto necesitaba llantas nuevas.
Una noche saliendo del trabajo, sin ninguna pista ni nota al lado, encontró cuatro neumáticos nuevos en la parte trasera de su Chevy. El carro se compuso.
Tiempo después, estando cerca de Navidad, sabía que no podría comprar regalos para sus hijos, así que se dispuso a pintar sus viejos juguetes para que al menos, el árbol navideño no se viera tan vacío.
En la víspera navideña, encontró su auto repleto de paquetes. Artículos de limpieza y ropa para sus hijos, bolsas de caramelos, frutas, un enorme jamón para hornear, y cinco camiones de juguetes nuevos para sus hijos, así como una muñeca para su hija.
En el bar solo estaban los clientes habituales, Frank, Les, Jim y el policía Joe. Entonces ella comprendió todo.
Realmente había ángeles velando por su familia.