La sierra de Tehachapi, en California, es un lugar magnífico y que cuenta con una atracción muy poco convencional: su propio ferrocarril que une el sur con el norte del estado. Este medio de transporte llegó hasta dichas tierras en 1870, con la intervención de la compañía Southern Pacific, que buscaba una solución para transportar sus materiales por una ruta que parecía casi imposible.
La solución más viable que encontraron, fue la de construir un sistema de rieles en forma de nudo, que a partir de entonces fue conocido como el Tehachapi Loop.
Este tren supuso toda una hazaña de ingeniería en su tiempo, pues las pendientes de la cordillera volvían muy improbable la posibilidad de que un vehículo transitara por allí. Sin embargo, al final se consiguió llevar un ferrocarril de más de un kilómetro de largo y más de ochenta vagones, que finalmente se puso en circulación el 10 de julio de 1876.
La colocación de las vías tampoco estuvo desprovista de detalles. Hasta la fecha, sigue contando con 18 túneles y 16 millas de recorrido, erigidos por trabajadores chinos. Es lamentable saber que varios de estos últimos perdieron la vida durante la construcción.
En sus inicios, el Tehachapi Loop no solo estuvo destinado a transportar mercancías. Por mucho tiempo también fue un medio idóneo para que la gente viajara, aunque esta situación no duro demasiado. En 1971, el servicio de pasajeros fue suspendido. Las carreteras adyacentes eran más cómodas para las personas que atravesaban California.
Actualmente, este tramo continúa estando en funcionamiento, exclusivamente dedicado a los ferrocarriles que llevan material.
Es empleado por hasta cuarenta trenes al día, que llevan sobretodo productos alimentarios y petróleo entre Arizona a San Joaquín. Se puede decir que estas vías se han convertido en una parte esencial del sustento de muchos norteamericanos.